miren miren q locura
Y una noche, Boca fue cero por los goles perdidos por Palermo, que esta vez no tiene nada que reprocharle a Gaitán... El Rojo tuvo astucia y a un Silvera inspirado.
Tantas veces Boca fue bendecido por el halo goleador de Palermo, tantos partidos empantanados encontraron la soga salvadora en un rebote, un cabezazo sucio o una definición genial de Martín, que en la noche de la excepción que contradice la regla el mundo se pregunta si los siete partidos sin goles es una racha que está por terminar o lo que se termina es la pila de un goleador fuera de serie. Porque esta vez no alcanzan ni la gloriosa trayectoria de Palermo ni su incuestionable autoridad futbolística para reclamarle nada a nadie. Si alguna vez, o varias, el Loco se sintió desprotegido de centros, de atención ofensiva, de generosidad de los asistidores, no fue anoche una de esas noches. Gaitán fue lo que tantas veces fue Guillermo más allá o Palacio más acá. Y si no estuvo Riquelme para buscarlo desde el centro apareció Insúa, y hasta Viatri, que pensó primero en cómo ayudar a un colega en apuros que en lucirse él, vamos, que tanto necesita salir en la parte buena de los diarios.
En un partido de corte inglés, con la pelota pasando sin peaje por el medio, en un trámite rápido de área a área en el que ni foules hubo, Boca fue cerrando caminos y arrinconando a un Independiente que encontró el primer gol en una jugada nacida en la astucia de Gallego, que puso a Gómez a explotar la espalda de Krupoviesa y fue al fondo para tirar un centro que Paletta vio pasar para un insólitamente solitario Silvera. El Rojo se conformó con poco y eso que tenía más. Porque Boca era una cosa atacando pero otra defendiendo, y sin embargo el equipo del Tolo se quedaba en la chiquita de cuidar el 1-0 y no pensar en mucho más.
Palermo ya tenía bronca en el PT, frustrado por un cabezazo en el travesaño, otro frentazo en la puerta del área chica que se fue alta, y un pase de Viatri que no llegó a conectar porque no pudo arrancar. El segundo tiempo, directamente, fue un suplicio para ese grito que se le quedó atragantado y no pudo salir. Palermo tuvo una pequeña revancha en el gol del empate, cuando bajó magistralmente una bola para Gaitán, que como toda la noche limpió de rivales la jugada y le cedió el gol a Mouche. En la primera hora del segundo tiempo la cancha se inclinó irremediablemente para el lado de Gabbarini. El arquero, dicho sea de paso, le sacó a Palermo un gol cantado, luego de que Insúa dejara a Martín solito y solo. Y en un partido de locos, Independiente, que atacó poco y nada, llegó a fondo cada vez que se lo propuso. Inclusive, Medel y Krupoviesa casi hacen dos goles en contra antes de que en una jugada de puro tiki tiki Piatti definiera tras una genialidad de Silvera.
Repasando las jugadas que guarda el cuaderno, asombran lo bien que jugó el Loco fuera del área, asistiendo a Gaitán y a Mouche. Paradójica noche, en la que no jugó Riquelme y Boca extrañó a un tal Palermo.
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