El glorioso JP...
Atlético presentó dupla técnica, que le dio a Pereyra la creación y éste respondió: goles y lujos para el 4-2.
Hizo todo desde el primer instante: buscó, cargó el área de Tigre de hombres de ataque, probó con remates de media distancia, centros, jugadas hilvanadas por artesanos de la pelota. Pero Atlético Tucumán, parece, subió a Primera para tener que sufrir para conseguir cualquier cosa: goles, puntos, alegrías. Hasta necesitó dos técnicos, binomio interino de Mónaco y Salomón, para cambiarle rápidamente la cara al equipo y cortar la racha de ocho partidos sin ganar -la última vez había sido con Boca en la cuarta fecha-.Pero lo hizo.En un puñado de días, la dupla le cambió la cara al Decano. Para empezar -no es un detalle-, armó un equipo más ofensivo: cuatro atrás, tres volantes y tres hombres netamente de ataque, con Gigliotti como titular por primera vez (sólo había jugado 49' en el torneo) y Juan Pablo Pereyra con la función de armar y, además, definir.Y Atlético, más allá de los nombres, tuvo todo lo que necesita para seguir peleando, para tratar de salir de esa zona incómoda que lo desgasta: actitud, orden, juego asociado, oportunismo, hasta lujos. Jamás se desesperó, a pesar de encontrarse 0-1 a los tres minutos (peinó Lazzaro, definió Giménez sobre el segundo palo). Mantuvo la calma. La idea. Y salió adelante.Porque peloteó a Islas, lo buscó, reventó palo y tavesaño, y llegó al empate gracias a un rebote que dio Islas tras un tiro libre de Rodríguez y que Pereyra alcanzó a empujar; porque siguió presionando, metiendo, jugando. Y no se achicó cuando Luna, ya en el segundo tiempo, clavó el 2-1 con un derechazo.Jugó a jugar. Jugó a ganar. Fue Gigliotti que forzó el 2-2 (Blanco quiso anticipar y la mandó adentro), fue Pereyra el que armó un jugadón y definió sutilmente, de zurda, para el 3-2, y él mismo arrancó la triangulación (con Drocco y Gigliotti, que convirtió) para el 4-2. Y el desahogo.
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