River cayó con Newell´s en Núñez y quedó envuelto en llamas
El Millonario, que contó con el retorno de Ortega, volvió a exhibir un juego pálido, perdió por 1-0 ante la Lepra en el Monumental e hilvanó su cuarta caída consecutiva. El paraguayo Achucarro (ST 6m) hizo el gol de los rosarinos, que merecieron ganar por mayor ventaja.
La traumática caída libre de River parece no tener fondo y sus hinchas cada vez se impacientan más con la falta de respuestas de un equipo al cual le sobran interrogantes. Con un trabajo más prolijo y mucho oportunismo, Newell´s derrotó al Millonario por 1-0 en el Monumental y le asestó su cuarta derrota consecutiva en el Clausura. Pese a la algarabía tempranera que había generado el retorno de Ariel Ortega, el equipo que conduce Leonardo Astrada se encargó de ratificar que su crisis, por ahora, no tiene límites. “Orteega, Orteega”, fue el grito que se apoderó de todo el estadio justo cuando el Burrito salió al campo de juego para sellar su retorno luego de 10 partidos. Mucha agua había pasado desde aquel 4 de febrero, cuando el jujeño había jugado su último partido ante Chacarita. A modo de recompensa por ese apoyo unánime, Ortega asumió la conducción de este marchito River y, con más ganas que precisión por momentos, generó interesantes circuitos con Affrancchino, Villalba y Mauro Díaz. Por su parte, Newell´s intentó olvidar por un momento su pésimo presente y supo aprovechar las ventajas defensivas que entregó la línea de tres defensiva que confeccionó Astrada. Mediante las combinaciones entre Estigarribia y Formica, la Lepra generó un par de situaciones claras pero no encontró contundencia. En la más clara, Díaz envió un centro al área que Núñez conectó con un taco que llegó a despejar Ferrero. Y en el final de esa misma jugada, Estigarribia casi grita el primero con un potente disparo que salió muy cerca. Luego de esos llamados de atención, River reaccionó y supo llevar las riendas del encuentro en el final del primer tiempo. Ortega, con una importante movilidad, tejió sociedades y pareció inyectarles un plus a sus socios de creación. A los 34, Díaz estrelló una pelota en el travesaño. Dos minutos más tarde, el Burrito asistió de taco a Affranchino, que llegó solo por derecha y sacó un remate que levantó a todos los hinchas locales. Poco después, Ortega hizo una pared con Villalba, que definió con un cabezazo que Peratta controló sin problemas. Y antes del descanso, el ídolo aprovechó un largo pelotazo desde la defensa, le ganó a una defensa mal parada pero su derechazo se fue cerca del palo. Con todas sus falencias a cuestas, River partió al entretiempo con una cara visiblemente renovada. Pero esa media sonrisa que tenían los hinchas del Millonario desapareció a los 6 minutos del complemento. Fiel a su presente, la defensa riverplatense volvió a dar ventajas y el que lo aprovechó fue el paraguayo Achucarro, que vulneró a Vega con una pirueta. Además de marcar mal, River tampoco tuvo fortuna, ya que en primer término el guaraní había rematado al arco pero la pelota rebotó en Quiroga y en Ferrero y le quedó servida para abrir el marcador. El gol destruyó esa construcción a pulmón que había hecho River en el periodo inicial. Los dirigidos por Astrada confundieron los caminos por culpa de los nervios y Ortega perdió esa velocidad mental del arranque. El Jefe movió el banco y reemplazó a Canales con Funes Mori, quien derrochó las dos oportunidades que tuvo y profundizó su crisis de confianza. Por su parte, la Lepra se hizo un festín y, con un inteligente planteo contragolpeador, mereció ampliar la brecha. En una de las mejores situaciones, un disparo del ingresado Boghossian estuvo a punto de besar el palo de Vega. Los reproches llenos de furia de la gente musicalizaron al último segmento del encuentro, que no tuvo más goles debido a la falta de contundencia del visitante. A esa altura, River ya estaba consumido por los errores y su única apuesta fue acumular gente en las inmediaciones del área de Peratta. El pitazo final de Favale selló otro golpe muy duro para el conjunto de Núñez. Un cachetazo que ahondó su inmensa y preocupante herida futbolística.
El Millonario, que contó con el retorno de Ortega, volvió a exhibir un juego pálido, perdió por 1-0 ante la Lepra en el Monumental e hilvanó su cuarta caída consecutiva. El paraguayo Achucarro (ST 6m) hizo el gol de los rosarinos, que merecieron ganar por mayor ventaja.
La traumática caída libre de River parece no tener fondo y sus hinchas cada vez se impacientan más con la falta de respuestas de un equipo al cual le sobran interrogantes. Con un trabajo más prolijo y mucho oportunismo, Newell´s derrotó al Millonario por 1-0 en el Monumental y le asestó su cuarta derrota consecutiva en el Clausura. Pese a la algarabía tempranera que había generado el retorno de Ariel Ortega, el equipo que conduce Leonardo Astrada se encargó de ratificar que su crisis, por ahora, no tiene límites. “Orteega, Orteega”, fue el grito que se apoderó de todo el estadio justo cuando el Burrito salió al campo de juego para sellar su retorno luego de 10 partidos. Mucha agua había pasado desde aquel 4 de febrero, cuando el jujeño había jugado su último partido ante Chacarita. A modo de recompensa por ese apoyo unánime, Ortega asumió la conducción de este marchito River y, con más ganas que precisión por momentos, generó interesantes circuitos con Affrancchino, Villalba y Mauro Díaz. Por su parte, Newell´s intentó olvidar por un momento su pésimo presente y supo aprovechar las ventajas defensivas que entregó la línea de tres defensiva que confeccionó Astrada. Mediante las combinaciones entre Estigarribia y Formica, la Lepra generó un par de situaciones claras pero no encontró contundencia. En la más clara, Díaz envió un centro al área que Núñez conectó con un taco que llegó a despejar Ferrero. Y en el final de esa misma jugada, Estigarribia casi grita el primero con un potente disparo que salió muy cerca. Luego de esos llamados de atención, River reaccionó y supo llevar las riendas del encuentro en el final del primer tiempo. Ortega, con una importante movilidad, tejió sociedades y pareció inyectarles un plus a sus socios de creación. A los 34, Díaz estrelló una pelota en el travesaño. Dos minutos más tarde, el Burrito asistió de taco a Affranchino, que llegó solo por derecha y sacó un remate que levantó a todos los hinchas locales. Poco después, Ortega hizo una pared con Villalba, que definió con un cabezazo que Peratta controló sin problemas. Y antes del descanso, el ídolo aprovechó un largo pelotazo desde la defensa, le ganó a una defensa mal parada pero su derechazo se fue cerca del palo. Con todas sus falencias a cuestas, River partió al entretiempo con una cara visiblemente renovada. Pero esa media sonrisa que tenían los hinchas del Millonario desapareció a los 6 minutos del complemento. Fiel a su presente, la defensa riverplatense volvió a dar ventajas y el que lo aprovechó fue el paraguayo Achucarro, que vulneró a Vega con una pirueta. Además de marcar mal, River tampoco tuvo fortuna, ya que en primer término el guaraní había rematado al arco pero la pelota rebotó en Quiroga y en Ferrero y le quedó servida para abrir el marcador. El gol destruyó esa construcción a pulmón que había hecho River en el periodo inicial. Los dirigidos por Astrada confundieron los caminos por culpa de los nervios y Ortega perdió esa velocidad mental del arranque. El Jefe movió el banco y reemplazó a Canales con Funes Mori, quien derrochó las dos oportunidades que tuvo y profundizó su crisis de confianza. Por su parte, la Lepra se hizo un festín y, con un inteligente planteo contragolpeador, mereció ampliar la brecha. En una de las mejores situaciones, un disparo del ingresado Boghossian estuvo a punto de besar el palo de Vega. Los reproches llenos de furia de la gente musicalizaron al último segmento del encuentro, que no tuvo más goles debido a la falta de contundencia del visitante. A esa altura, River ya estaba consumido por los errores y su única apuesta fue acumular gente en las inmediaciones del área de Peratta. El pitazo final de Favale selló otro golpe muy duro para el conjunto de Núñez. Un cachetazo que ahondó su inmensa y preocupante herida futbolística.
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